FECHA
Y LUGAR DE NACIMIENTO: Nació en la ciudad de Panamá, el 8 de agosto de 1989.
TITULOS
ACADÉMICOS: Estudiante Sigma Lambda de la Licenciatura en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Panamá.
PREMIOS,
BECAS U OTRAS DISTINCIONES NACIONALES O
INTERNACIONALES:
Ganadora del Concurso Nacional de Literatura Ricardo Miró 2021 - Sección Poesía por su libro La mujer que lloraba hormigas. Cuadernos.
Primer Lugar en el Concurso Municipal de Poesía León A. Soto 2018 por su obra La perfección de lo finito.
Primer Lugar en los Premios IPEL -Categoría Poesía- 2017 por su poemario Me ilumino de inmensidad.
Ganadora del Premio de Poesía Joven Gustavo Batista Cedeño 2016 por su libro En un bosque donde todos los pájaros son llamas.
Primer Lugar - Provincia de Panamá - del Concurso de Cuento Infantil Medio Pollito 2001 por su cuento Las tazas de porcelana.
LIBROS,
CUADERNILLOS Y FOLLETOS PUBLICADOS:
En un bosque donde todos los pájaros son llamas (Editorial Mariano Arosemena, Panamá, Rep. de Panamá, 2018), La mujer que lloraba hormigas. cuadernos (Editorial Mariano Arosemena, Panamá, 2022)
DESCRIPCIÓN
TEMÁTICA DE ALGUNOS LIBROS:
La mujer que lloraba hormigas. cuadernos (poesía, 2022). En la contraportada del libro, el poeta cubano Sergio García Zamora dice: "Nada de cisnes y tigres; nada de ciervos, caballos, delfines, ruiseñores…; aún menos la zoología fantástica: grifos, unicornios, dragones… Lo que Alessandra Monterrey reclama para el poema es otra animalia, otro reino: libélulas, cucarachas, escarabajos, carcoma, garrapata, polilla, araña, ¡hormigas, cientos, miles de hormigas que ha llorado! La poeta legitima la belleza de esos seres marginados por el canon poético. Vuelve a decirnos como Jacques Henri Bernardin de Saint Pierre: «La naturaleza es grande en las cosas grandes, mas es grandísima en las cosas diminutas». Este resulta un libro breve y curioso como esas colecciones de «bichos» que atesorábamos en nuestra infancia. Este resulta un libro inocente, pero nunca ingenuo: aunque se goza en los invertebrados (insectos, arácnidos, miríapodos…), sabe muy bien vertebrar el cuerpo dramático del ejemplar para que, al tiempo que nos asomamos a esa suerte de muestrario, nos asomemos también al interior del sujeto lírico. Este resulta un libro culpable en su inocencia: una niña con su pollito será siempre un símbolo, máxime si dicha imagen se emplea para explicar la muerte, la conciencia de la muerte; máxime si es un murciélago porque afirma Dulce María Loynaz que en él «caben dos glorias que jamás se unen en otro ser: alas y pecho». Alas y pecho hay en esta mujer que llora hormigas como forma más eficaz de combatir las plagas. De los nuevos bestiarios demos gracias a Alessandra por traer al arca de la página lo que parecía impuro y menor, pero que deviene tan humano y necesario para resistir los futuros diluvios."
En un bosque donde todos los pájaros son llamas (poesía, 2018). La lectura de esta obra es una experiencia multisensorial y onírica. Con el uso de la metáfora del bosque como lugar de tránsito y encuentro, la autora articula una diversidad de registros y procedimientos discursivos con una impronta personal e íntima. A través de la magia y el poderío de sus palabras, conjura las criaturas que habitan ese territorio intermedio entre la vigilia y el sueño que configuran el ámbito de sus poemas; nos permite caminar a su lado y contemplar los distinto paisaje que conforman la misteriosa y estremecedora belleza de su poesía.
La mujer que lloraba hormigas. cuadernos (poesía, 2022). En la contraportada del libro, el poeta cubano Sergio García Zamora dice: "Nada de cisnes y tigres; nada de ciervos, caballos, delfines, ruiseñores…; aún menos la zoología fantástica: grifos, unicornios, dragones… Lo que Alessandra Monterrey reclama para el poema es otra animalia, otro reino: libélulas, cucarachas, escarabajos, carcoma, garrapata, polilla, araña, ¡hormigas, cientos, miles de hormigas que ha llorado! La poeta legitima la belleza de esos seres marginados por el canon poético. Vuelve a decirnos como Jacques Henri Bernardin de Saint Pierre: «La naturaleza es grande en las cosas grandes, mas es grandísima en las cosas diminutas». Este resulta un libro breve y curioso como esas colecciones de «bichos» que atesorábamos en nuestra infancia. Este resulta un libro inocente, pero nunca ingenuo: aunque se goza en los invertebrados (insectos, arácnidos, miríapodos…), sabe muy bien vertebrar el cuerpo dramático del ejemplar para que, al tiempo que nos asomamos a esa suerte de muestrario, nos asomemos también al interior del sujeto lírico. Este resulta un libro culpable en su inocencia: una niña con su pollito será siempre un símbolo, máxime si dicha imagen se emplea para explicar la muerte, la conciencia de la muerte; máxime si es un murciélago porque afirma Dulce María Loynaz que en él «caben dos glorias que jamás se unen en otro ser: alas y pecho». Alas y pecho hay en esta mujer que llora hormigas como forma más eficaz de combatir las plagas. De los nuevos bestiarios demos gracias a Alessandra por traer al arca de la página lo que parecía impuro y menor, pero que deviene tan humano y necesario para resistir los futuros diluvios."
En un bosque donde todos los pájaros son llamas (poesía, 2018). La lectura de esta obra es una experiencia multisensorial y onírica. Con el uso de la metáfora del bosque como lugar de tránsito y encuentro, la autora articula una diversidad de registros y procedimientos discursivos con una impronta personal e íntima. A través de la magia y el poderío de sus palabras, conjura las criaturas que habitan ese territorio intermedio entre la vigilia y el sueño que configuran el ámbito de sus poemas; nos permite caminar a su lado y contemplar los distinto paisaje que conforman la misteriosa y estremecedora belleza de su poesía.